En mayo, millones de personas quedan deslumbradas por los colores vibrantes de la aurora boreal y la aurora – Luces del norte y del sur. Como resultado de una gran tormenta solar, cortinas de luz verde, roja y violeta se extendieron por el cielo nocturno en áreas donde este espectáculo rara vez se ve. Los vi por primera vez en el Reino Unido, desde mi jardín trasero en las afueras de Birmingham. Se esperan más exhibiciones en los próximos meses a medida que la actividad solar comience a alcanzar su pico.
Pero lo que la mayoría de la gente no vio fueron las repercusiones y los preparativos que se llevaron a cabo entre bastidores para mitigarlas. Los sistemas de radiocomunicaciones experimentaron cortes de energía; Starlink, un proveedor de servicios de Internet satelital, enfrentó cortes de servicio; Las perturbaciones en los sistemas mundiales de navegación por satélite han causado problemas a los sectores que dependen del posicionamiento. Al mismo tiempo, se desviaron los vuelos y se protegieron las redes eléctricas.
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Esto ilustra el dilema que enfrentan los científicos del clima espacial como yo: ¿Cómo podemos emitir y difundir advertencias efectivas cuando una tormenta tan grande cambia tan poco en la vida de la mayoría de las personas? Creo que parte del problema es cómo se clasifica el clima espacial. Los sistemas actuales están simplificados. El clima espacial no lo es.
Las tormentas geomagnéticas se clasifican utilizando métricas desarrolladas por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. en colaboración con la comunidad de meteorología espacial. La escala de tormenta geomagnética (escala G), la escala de tormenta de radiación solar (escala S) y la escala de radioopacidad (escala R) varían del uno al cinco, donde cinco indica un evento extremo.
Estas métricas han sido invaluables para resaltar los riesgos del clima espacial para las industrias y los gobiernos, pero deben actualizarse. La tormenta geomagnética que provocó la aurora en mayo fue clasificada como G5 o “extrema”. Sin embargo, los efectos de una tormenta solar son difíciles de medir. Esta tormenta fue creada por una rápida sucesión de al menos siete explosiones de masa coronal, explosiones masivas de materia solar y campos magnéticos expulsados de la superficie del Sol. Cuando estos chocaron con el campo magnético de la Tierra, lo comprimieron y perturbaron. Emocionantes tormentas geomagnéticas.
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Pero muchos factores, incluida la velocidad, la masa, la duración y la orientación magnética de una eyección de masa coronal, influyen en el impacto de la tormenta. En términos de actividad geomagnética máxima, la tormenta de mayo fue un evento que ocurre una vez cada 10 años. Lo que distingue a esta tormenta es su larga duración. Las perturbaciones geomagnéticas se mantuvieron altas durante 24 horas, lo que las hace más parecidas a un evento que ocurre una vez cada 75 años. La aurora boreal fue visible durante más tiempo, lo que permitió que más personas la vieran.
Estos detalles hacen difícil transmitir los riesgos del clima espacial sin exagerarlos o subestimarlos. Si un evento como el que vimos en mayo, considerado “extremo”, resulta en una alteración aparente mínima, ¿cómo se puede transmitir el riesgo de que ocurra una tormenta más fuerte cada 100 años?
Una supertormenta es una realidad en el horizonte. Los costos pueden alcanzar miles de millones de dólares. Las redes eléctricas podrían verse afectadas, provocando cortes de energía locales. Los satélites y las plataformas que los soportan pueden funcionar mal. Las señales de radio, que son críticas para la aviación, las operaciones marítimas y los servicios de emergencia, se verán afectadas. Por ejemplo, en octubre de 2003, tormentas geomagnéticas afectaron las comunicaciones por satélite, los sistemas de posicionamiento y el suministro de energía en Europa, América del Norte y África.
Para explicar cuán peligrosas son realmente las tormentas severas, los científicos deben repensar las escalas de calificación. Algunos investigadores sugieren ampliar los niveles de riesgo a seis o más. Otros sugieren cubrir más fenómenos, incluida la escala D (tasa de dosis de radiación) y la escala T (la propagación de ondas de radio a través de la atmósfera superior de la Tierra).
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Mi enfoque preferido es cambiar a un modelo de “semáforo” para alertas para sectores específicos. Por ejemplo, las advertencias meteorológicas espaciales amarillas pueden alertar a industrias, como la aviación y la agricultura, que pueden verse afectadas por tormentas geomagnéticas menores. Una advertencia naranja puede requerir que los usuarios, como los operadores de redes eléctricas y radares, consideren tomar medidas de precaución para proteger sus servicios y prepararse para cortes. Una advertencia roja indica que se espera un clima espacial peligroso, con impactos potencialmente significativos que requieren acción inmediata. Las empresas de energía, los operadores de satélites y los servicios de emergencia deben implementar planes de emergencia sin demora.
Un sistema de este tipo alertaría rápidamente a quienes deberían estar más preocupados. Puede adaptarse a las incertidumbres al permitir actualizaciones y escalamientos en las advertencias a medida que los datos estén disponibles. Por ejemplo, un evento geomagnético podría comenzar con una advertencia amarilla (un efecto importante, pero poco probable) cuando se observa por primera vez una eyección de masa coronal. Se puede actualizar a naranja o rojo si la probabilidad de interrupción aumenta con más modelos y datos. Su alcance se puede ampliar fácilmente agregando sectores a la lista de advertencia.
Es fundamental contar con un enfoque unificado para mejorar los informes sobre el clima espacial y las estrategias de respuesta, y los centros de clima espacial de todo el mundo deben unirse para discutir y acordar un enfoque actualizado. Deben garantizar que no se utilicen incorrectamente términos como “extremo”, que esos términos correspondan a eventos que realmente merecen atención y acción, y que las industrias y el público estén adecuadamente preparados para enfrentar riesgos reales.
Mientras navegamos por el pico del ciclo solar, es importante reconocer que el clima espacial afecta nuestra vida diaria. Al mejorar los sistemas de clasificación y presentación de informes, los científicos pueden alinear mejor la percepción pública con la realidad, garantizando que no seamos un lobo aullando ni nos tomen desprevenidos.
Conflicto de intereses
El autor no declara intereses en competencia.