El 30 de mayo, la Corte Suprema de Corea del Sur provocó una ola de conmoción en la comunidad académica. El tribunal confirmó la decisión de encarcelar a un destacado académico durante dos años acusado de intercambiar datos de importancia nacional con investigadores en el extranjero. Este fallo tuvo repercusiones globales.
Mientras trabajaba en una importante universidad de Corea del Sur, el académico conocido como Profesor Lee colaboraba con investigadores chinos como parte del Plan de Talento de China (TTP), un programa gubernamental para reclutar expertos del extranjero. (Aquí se han omitido los nombres completos de los partidos y organizaciones para mantener la privacidad, de acuerdo con la ley de Corea del Sur). La tecnología en la que trabajó Lee, un sistema de detección remota para vehículos autónomos conocido como Detección y alcance de luz (LiDAR), ha sido designada como “tecnología central nacional” por el gobierno de Corea del Sur. El tribunal dictaminó que Lee violó la Ley de Protección de Tecnología Industrial de Corea del Sur al compartir tecnología central nacional y filtró secretos comerciales al compartir datos de investigación propiedad de la universidad sin consentimiento o aprobación.
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Este caso es una llamada de atención. Como sé por mis propios estudios sobre filtraciones de información tecnológica y mi trabajo con formuladores de políticas y líderes de la industria sobre estrategias de protección de la propiedad intelectual, todos los científicos deben ser cuidadosos y diligentes en la protección de datos a medida que los límites se difuminan en la era digital. Los investigadores deberían hacer más esfuerzos para mejorar la integridad de la investigación y mejorar la protección de datos. Debemos darnos cuenta de que los datos que manejamos no nos pertenecen solo a nosotros: pertenecen a nuestras instituciones, a nuestros socios y al público, que financia y confía en nuestro trabajo.
Corea del Sur ha endurecido su enfoque para proteger los activos tecnológicos en respuesta a las disputas legales internacionales sobre propiedad intelectual en la última década. En 2014 y 2015, por ejemplo, se resolvieron dos casos importantes: toshiba Quinto. SK Hynix En cuanto a los chips de memoria de las computadoras, y Acero Nipón Quinto. bosque Las empresas surcoreanas se vieron obligadas a pagar indemnizaciones civiles por valor de cientos de millones de dólares.
Ahora, el gobierno mantiene una lista de tecnologías centrales nacionales, que incluye, por ejemplo, Semiconductores En marzo, el Comité Penal Coreano de la Corte Suprema decidió aumentar a 12 años la pena máxima por filtrar información al extranjero sobre tecnologías centrales nacionales.
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Muchos investigadores no se han puesto al día. Por ejemplo, Lee dijo al tribunal que no creía que los materiales de investigación que su equipo estaba desarrollando representaran tecnologías nacionales esenciales o secretos comerciales. Como testificó un testigo, el trabajo de los investigadores aún se encontraba en la fase de diseño y solicitud de patente. Se intercambió información sobre ellos en reuniones de laboratorio y seminarios. Algunos aspectos han sido objeto de patentes registradas o han sido descritos en artículos de investigación publicados.
Pero los jueces no estuvieron de acuerdo con la opinión de Lee. Llegaron a la conclusión de que los conceptos tecnológicos que rodean los materiales de investigación de Lee habían sido probados o verificados a través de experimentos y, por lo tanto, su valor como tecnologías independientes podría reconocerse y desarrollarse hasta convertirse en tecnologías completas mediante más investigaciones. Este caso indica que las tecnologías designadas e implementadas oficialmente como tecnologías centrales nacionales por el gobierno de Corea del Sur pueden estar sujetas a sanciones según la ley, incluso en las primeras etapas de investigación y desarrollo.
El crimen de Lee se vio agravado por otro error: no declarar el tema específico de su investigación bajo la ley de comercio internacional de su universidad. Este aspecto del caso recuerda al caso de Charles Lieber, un químico que trabajó anteriormente en la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, y que fue acusado de intento de asesinato. Fue condenado en 2021 por mentir a las autoridades federales de EE.UU. Sobre sus vínculos con los talibanes paquistaníes y la Universidad Tecnológica de Wuhan en China, y sobre no pagar impuestos sobre sus ingresos en Wuhan.
Muchos científicos pueden encontrarse colaborando con socios externos sin comprender las consecuencias legales involucradas. ¿Qué medidas deberían tomar los investigadores?
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En primer lugar, las universidades necesitan acuerdos claros y explícitos para cada colaboración internacional, especificando qué datos se pueden compartir, con quién y cómo. Las notas vagas ya no son suficientes.
En segundo lugar, los investigadores deben recibir capacitación obligatoria en seguridad de datos, controles de exportación y propiedad intelectual antes de embarcarse en proyectos internacionales.
En tercer lugar, los líderes de la investigación científica deben trabajar para crear una cultura de responsabilidad. Esto requiere normalizar prácticas como etiquetar archivos confidenciales, restringir el acceso a los datos según sea necesario y detectar comportamientos de riesgo. Los investigadores deben ser transparentes con sus instituciones sobre la participación en programas externos y buscar orientación temprana y con frecuencia.
Cuarto, los gobiernos y sus defensores deben aclarar qué constituye la tecnología central nacional en los entornos de investigación.
Los riesgos son altos y la inacción no es una opción. No abordar estas cuestiones podría tener un efecto paralizador en la cooperación científica internacional, lo que sofocaría la creatividad. Al tomar medidas para proteger los datos confidenciales y promover la colaboración responsable, los investigadores pueden garantizar que la colaboración científica global siga floreciendo, así como que los intereses nacionales y la propiedad intelectual estén protegidos.
Conflicto de intereses
El autor declara no tener ningún conflicto de interés.