Como sugiere el título, A Quiet Place: Day One nos lleva de regreso al principio: el primer día de la invasión alienígena. Sarnosky comprende sabiamente que esto no significa que necesitemos mucha historia de fondo; No aprendemos mucho más sobre los extraterrestres, de dónde vienen o incluso sus motivaciones. Como un rayo caído del cielo o un ataque terrorista, simplemente llegan un día y les sigue muerte y destrucción.
Nuestra guía en esto es Sam (Lupita Nyong'o), una joven que tiene un muy buen gato llamado Frodo (en serio, si hubiera un Oscar para los gatos, este gato ganaría). Sam está en la ciudad de Nueva York cuando los extraterrestres atacan y Sarnoski no pierde el tiempo. Después de una introducción muy breve que nos dice exactamente lo que necesitamos saber sobre Sam y su situación (estoy siendo vago aquí para evitar spoilers importantes), todo explota. Siguen explosiones, polvo y humo llenan el aire y la gente es arrastrada a la muerte por horribles monstruos. Sam se desmaya y luego se despierta en el teatro, donde un hombre servicial (Djimon Hounsou, repitiendo brevemente su papel de la segunda película) le dice que mantenga la calma. Sam lo comprende inmediatamente: el ruido atrae a los extraterrestres.
Aquí, Sarnosky y el director de fotografía Pat Scola nos brindan una de las primeras imágenes sorprendentes: una sala llena de gente que intenta permanecer muy silenciosa (¡si tan solo las salas de cine modernas fueran así, verdad, amigos!). Sarnosky, al trabajar con Scola, tiene una capacidad asombrosa para orquestar los pequeños momentos que surgen, y “First Day” está lleno de instantáneas persistentes de un mundo que de repente se ha quedado en silencio. Hemos visto muchas imágenes post-apocalípticas en películas y televisión antes, por lo que no es exactamente nuevo, pero Sarnoski logra que se sienta vívido e inquietante aquí: libros esparcidos en una librería, tal vez para no volver a leerse nunca más; siluetas de personas observando cómo se derrumban los puentes; La sangre salpicó las puertas del coche; Metro inundado. Dos figuras arrodilladas frente a un fuego que arde desde una trampilla abierta. Estos pequeños momentos de tranquilidad sorprenden y evocan una ciudad en ruinas. Una sola toma de neoyorquinos atónitos arremolinándose entre una multitud en una calle polvorienta sin duda recordará algunas de las imágenes del 11 de septiembre, lo que hará que estas escenas de horror silencioso sean dolorosamente familiares.