La prohibición de las redes sociales en Australia no funcionará: hay mejores formas de mantener seguros a los niños


En noviembre de 2024, el gobierno australiano aprobó una ley, la primera de este tipo en el mundo, Evitar que los niños menores de 16 años utilicen plataformas de redes sociales – Se activará a finales de año. Como experto en ciberbullying, estoy preocupado.

Los efectos de las redes sociales en los jóvenes no son blancos o negros. Sí, alguna evidencia sugiere una relación entre el uso de las redes sociales por parte de los niños y sus altos niveles actuales de sociabilidad. Dificultades de salud mental. Pero ciertos grupos de niños Benefíciese del uso de dichas plataformas. Por ejemplo, los jóvenes con autismo, aquellos que exploran su identidad sexual y de género, y otros, pueden encontrar más fácil socializar en línea que en persona, porque en línea pueden encontrar una tribu de personas con las que se identifican y que tal vez no vivan en otro lugar. Mismo barrio físico.

La prohibición es un instrumento contundente, que a menudo hace que la práctica sea clandestina, en lugar de frenarla, como ocurrió en la década de 1920, por ejemplo, cuando Estados Unidos prohibió el consumo de alcohol. Si se prohíbe el uso de las redes sociales, muchos niños se sentirán incapaces de hablar con sus padres o cuidadores sobre su vida en línea. Esta ley privaría a los padres de su derecho a decidir qué es lo mejor para sus hijos.

En mi opinión, los gobiernos deberían invertir en educar a los padres y cuidadores sobre cómo interactuar con los niños sobre el uso de las redes sociales.

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Esta educación no se está produciendo, en parte porque hay poca evidencia sólida para continuar. Muchos estudios han analizado cómo el uso de las redes sociales afecta a los adolescentes, incluido el examen de la disminución de la salud mental de los jóvenes y los efectos negativos en la calidad del sueño. Pero faltan investigaciones sobre cómo los padres y cuidadores pueden ayudar a los niños a afrontar el ciberacoso, garantizar su bienestar mental y no dejarse influenciar indebidamente por otros.

No está claro, por ejemplo, cuáles son las mejores prácticas para que los padres enseñen a sus hijos y regulen su tiempo frente a la pantalla. ¿Es mejor retrasar la entrega de un teléfono inteligente a sus hijos hasta que sean adolescentes, permitir las redes sociales pero restringir el acceso o utilizar una combinación de estos métodos? ¿Cuán involucrados están los padres en la vida en línea de sus hijos, para garantizar que brinden apoyo y también promuevan la independencia? Tampoco está claro cómo el uso de las redes sociales por parte de los padres afecta el uso de sus hijos, y viceversa.

Se necesitan estudios para examinar diferentes enfoques, como limitar o bloquear el uso de las redes sociales, y comparar los resultados con enfoques de apoyo en los que padres e hijos pasan tiempo juntos en línea y discuten lo que están experimentando. Este trabajo debe seguir a los niños desde la niñez hasta la edad adulta. Los gobiernos deben financiar este tipo de investigaciones y estar preparados para actuar en función de sus conclusiones, que probablemente no sugieran soluciones fáciles y únicas.

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