Cómo superé el miedo escénico en el laboratorio


En 2021, unos meses después de mis estudios universitarios en Dartmouth College en Hanover, New Hampshire, me uní a un laboratorio de melanoma que me permitió adquirir experiencia práctica en investigación a través de un proyecto independiente. A diferencia de muchos proyectos de investigación de pregrado en mi universidad, el mío no implicó ayudar a un candidato a doctorado. En cambio, el esfuerzo fue más independiente, bajo la supervisión del investigador principal. La idea era que a medida que ganara experiencia, continuaría dando forma al rumbo del proyecto.

Pero la idea de participar y presentar en reuniones de laboratorio, una parte importante de la experiencia de aprendizaje, me llenó de pavor total. Aproximadamente un mes después, tuve que informar a cinco personas en una de nuestras reuniones habituales. Esta actualización incluye la fase inicial de mi revisión de la literatura, así como actualizaciones del progreso de varios ensayos de práctica que he realizado. Pasé más de cuatro horas preparando mis diapositivas de PowerPoint y pronunciando mi discurso oral. Para lo que no podía prepararme era para la repentina frialdad y el miedo al fracaso que me invadieron cuando comencé la presentación.

Mirando hacia atrás, creo que este miedo proviene de mi experiencia en la escuela secundaria: fui acosado y eso dañó gravemente mi confianza en mí mismo. Pero comprender las raíces del problema y ser capaz de superarlo son dos cosas completamente diferentes.

Peso esperado

A pesar de mi cuidadosa preparación, sentí como si cada diapositiva, palabra y pausa hubieran sido juzgadas y examinadas. Aunque mis profesores y compañeros crearon un ambiente amigable durante la reunión, el miedo a tropezar con mis palabras o no poder comunicar la importancia de mi investigación cobraba gran importancia. Me dolía el estómago, me temblaban los dedos, pensamientos negativos pasaban por mi cabeza y sentía el peso de las expectativas caer sobre mí.

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Kwabena Bohin Asare y su mentor de investigación Matthew Hayden, en el Laboratorio de Investigación del Centro Oncológico Dartmouth en New Hampshire.Fuente de la imagen: Lars Blackmore de Dartmouth Health

Después de la presentación, mi mentor, Matthew Hayden, me felicitó por mi trabajo y me dio indicaciones para futuros experimentos y presentaciones. Me aconsejó que en el futuro hiciera algunos ajustes a mi producción de diapositivas y a mi enfoque experimental, así como que mantuviera un documento en circulación que contuviera notas de mi revisión de la literatura. Actué según sus comentarios, incorporando las recomendaciones en mis procedimientos de laboratorio así como mi estilo en presentaciones futuras. Con cada modificación y revisión, mejoré no sólo mis métodos de investigación, sino también mi método de presentación en el laboratorio. Sin embargo, por mucho que progresara, todavía temía esas reuniones de laboratorio al comienzo de cada semana.

Cuatro estrategias útiles

Sabiendo que continuaría investigando durante mis estudios universitarios y que participaría en presentaciones en el escenario en mi futura carrera, sabía que tenía que superar mi miedo a hablar en público. Aquí hay algunas estrategias que utilicé.

Respira y relájate. Lo primero que hice para pedirme consejos sobre cómo superar la ansiedad por hablar en público fue recurrir a YouTube. Un canal que me llamó especialmente la atención es “Take a Deep Breath”, que se centra en ejercicios de respiración para la relajación, la salud y la motivación. Al ver video tras video y leer los comentarios debajo de los videos, lo primero que aprendí es que no estoy solo: muchas personas tienen miedo de hablar en público.

Aunque estos ejercicios de respiración no están destinados a controlar la ansiedad escénica, he descubierto que hacerlos antes de las presentaciones ha reducido mis nervios significativamente. Antes de cada presentación, inhalaba, contenía la respiración durante unos segundos y luego exhalaba. A través de la experiencia, he aprendido que cuanto más tranquilo estoy antes y durante mi presentación, es menos probable que tenga pensamientos de duda en mi cabeza. Al mantenerme relajada mediante estos ejercicios de respiración, mi parto mejoró y también me sentí mucho mejor después.

Imagínese que no hay audiencia. Durante mis presentaciones, me centré en el contenido que presentaba más que en las reacciones de la audiencia. Imaginé que no había nadie entre el público, lo que me ayudó a centrarme en transmitir el material de forma eficaz. Aunque es posible que haya hecho contacto visual con los oyentes, mantener este estado de ánimo me permitió concentrarme en presentar el contenido con claridad y confianza.

Encuentre una respuesta honesta. Después de cada presentación, me gusta pedir comentarios. En lugar de sentirme abrumada por las dudas, tomé medidas proactivas para enfrentar mis miedos y abordarlos de frente. Por ejemplo, uno de mis supervisores de laboratorio mencionó después de una de mis presentaciones que, aunque había comunicado de manera efectiva el progreso de mi investigación, a veces me apresuraba a revisar las diapositivas o no explicaba conceptos que otros podrían haber encontrado desconocidos.

Estos comentarios me ayudaron a mejorar mis presentaciones. Buscar y aceptar comentarios honestos me ha permitido liberarme del ciclo de dudas e inseguridad que me ha atormentado durante tanto tiempo.

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Después de cada presentación, reflexionaba sobre lo que había presentado y tomaba notas sobre lo que funcionó y lo que podía mejorar. Esto me ha ayudado a identificar patrones en mi desempeño e identificar áreas específicas de mejora que tal vez no hayan sido evidentes solo con los comentarios.

Sigue entrenando. Finalmente, después de preparar mis diapositivas para una reunión de laboratorio, las ensayé al menos tres veces. No solo ensayé el contenido, sino que también me concentré en mi presentación, prestando atención a mi tono, ritmo y lenguaje corporal. Preparé un guión mental o escrito para cada diapositiva, asegurándome de tener una idea clara de lo que necesitaba transmitir. No memoricé textos palabra por palabra, porque experiencias pasadas me habían enseñado que depender demasiado de la memoria aumentaba mi ansiedad. En cambio, se dio prioridad a la comprensión de los puntos y conceptos clave, lo que permitió una presentación más natural y atractiva. Después de la formación individual, también hacía presentaciones a amigos y les pedía su opinión.

Escalones sólidos

Estas reuniones de laboratorio semanales me permitieron enfrentar mis miedos de frente. Cada presentación, por aterradora que fuera, fue un trampolín para superar el miedo escénico y convertirse en un orador con más confianza.

En el Simposio de Ciencias Karen E. Wetterhahn del año pasado, un evento anual en Dartmouth College en el que estudiantes universitarios presentan carteles sobre proyectos de investigación en los que han participado, nada igualó la alegría que sentí después de recibir comentarios positivos de las personas que pasaron por mi cartel. Validó el progreso que había logrado y fortaleció mi determinación de continuar superando mis límites.

Puede que no esté al nivel que aspiro en términos de entrega de escenarios, pero sé que con cada práctica y cada reunión de laboratorio, me estoy acercando a donde quiero estar.



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