Cómo el multilingüismo me ayuda y obstaculiza a mí y a mi ciencia


Crédito: Mirage C/Getty

Cuando llegué por primera vez a los Estados Unidos como estudiante internacional procedente de la India, inmediatamente me llamó la atención la pronunciada curva de aprendizaje que implica comunicarse eficazmente en inglés. Soy un ex investigador en el Instituto Indio de Tecnología de Delhi en Nueva Delhi y hablo bengalí, además de hablar con fluidez hindi y otra lengua franca de la India, el telugu.

Mi educación desde preescolar en adelante se llevó a cabo en inglés. Pero aunque hablo con fluidez, interactuar con personas que hablan inglés como primer idioma sigue siendo un desafío para mí. No siempre me siento seguro con los términos técnicos, expresiones y referencias culturales que utilizan.

Ahora estudio biología del ARN como investigador graduado en la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut, donde mi desafío no es solo dominar la jerga técnica, sino también encontrar mi voz en un idioma que parece extraño en entornos sociales y profesionales. Esta brecha del lenguaje puede parecer un muro invisible que me mantiene un poco separado de los demás y puede hacerme sentir como un impostor, con miedo de decir algo equivocado o de no poder transmitir completamente mis pensamientos.

Hablar en público, ya sea durante reuniones de laboratorio con colegas, presentando mi trabajo en conferencias o dando conferencias a estudiantes universitarios visitantes en el verano, a menudo se siente como un baile delicado. Mi mente lucha por encontrar las palabras adecuadas, lo que me deja reviviendo momentos incómodos mucho después de que el evento haya pasado. A veces dudo en hablar, incluso cuando tengo algo valioso que aportar. Pero estos momentos me enseñaron la importancia de la paciencia: aprender a superar el desafío de expresar ideas complejas mientras trabajo con idiomas es un proceso en evolución para mí como científico.

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Las experiencias no tienen acentos

Ser discreto tiene sus beneficios, ya que me ayuda a retirarme a mi propia burbuja, donde las distracciones del mundo exterior se desvanecen y lo único que queda es trabajo. A veces, el laboratorio puede ser un escape, un lugar donde no tengo que depender de unas perfectas habilidades lingüísticas. Los experimentos no tienen acentos y a las pipetas no les importa el vocabulario. Aquí es donde encuentro consuelo y, en cierto modo, fluidez.

Mi primer idioma es en el que más confío cuando me surge un estallido repentino de creatividad o resolución de problemas. A menudo me encontré pensando más claramente en mi lengua materna. Estar en lugares tranquilos, lejos de la presión de hablar inglés, permite que mi mente sintetice soluciones con claridad y concentración. En esos momentos, siento como si le estuviera dando a mis pensamientos espacio para respirar, sin las limitaciones de la traducción.

Pero, por supuesto, ser multilingüe tiene ventajas. El más importante de los cuales es el profundo sentido de colaboración que fomenta en el laboratorio. Las personas que no hablan inglés como primer idioma a menudo gravitan entre sí, desarrollando camaradería. En nuestro espacio de laboratorio compartido, de aproximadamente 25 personas, solo unas pocas hablan inglés como primer idioma y el resto somos estudiantes internacionales. Puede que tropecemos con nuestras palabras, pero entendemos la lucha de los demás. Al encontrar puntos en común, nos ayudamos mutuamente con experiencias e ideas, e incluso podemos reírnos de las frustraciones mutuas.

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Sin embargo, todavía me siento aislado a menudo, no sólo porque estoy lejos de casa, sino porque vivo en dos mundos lingüísticos. En uno, soy confiado, expresivo y lleno de ideas; En el otro, soy introvertido y reacio a hablar por miedo a tropezar con las palabras o malinterpretar señales culturales. Ser multilingüe a veces se siente como tener múltiples personalidades, cada una asociada con un idioma diferente y cada una con sus fortalezas y debilidades. Puedo dominar mi lengua materna y ser tímido en inglés.

Pero lo que está claro es que mi trayectoria como políglota ha dado forma no sólo a mi forma de trabajar, sino también a mi identidad. Este equilibrio me ha obligado a desarrollar resiliencia, empatía y habilidades creativas para la resolución de problemas, cualidades que no cambiaría por nada. A otras personas que se encuentran en la misma situación les diría: no consideren sus antecedentes como un obstáculo, sino más bien como una base única que les permite pensar de manera diferente y contribuir de manera significativa.

Abrazando mi multilingüismo

Viniendo de un pequeño pueblo del sur de la India, una vez me pregunté si pertenecería a un lugar como Yale. Pero la verdad es que cada desafío en el camino me ha enseñado que nuestros orígenes no son obstáculos, sino herramientas poderosas que dan forma a nuestras perspectivas. He aprendido que abrazar el multilingüismo me permite contribuir de manera única a la comunidad científica.

Para cualquiera que se embarque en un viaje similar, sin importar de dónde venga o qué idiomas hable, diría que su experiencia le brinda fortalezas únicas. Ser multilingüe es un superpoder que te permite conectar mundos e ideas. Descubrí que me brinda las herramientas para pensar de manera crítica y creativa de una manera que otros tal vez no lo hagan.

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Por ejemplo, durante un experimento particularmente difícil, mis colegas y yo estábamos luchando por explicar algunos patrones complejos en los datos; Los métodos estándar no proporcionaron claridad. Traduje mentalmente el problema a mi lengua materna, dividiéndolo en términos y conceptos más simples que me resultaban familiares. Este proceso reveló una variable pasada por alto que estaba influyendo en nuestros resultados. Cuando compartí esta idea con mis colegas de laboratorio, ajustamos nuestra metodología en consecuencia, lo que abrió nuevos horizontes para nuestra investigación y condujo a un resultado exitoso. Fue un momento que destacó cómo pensar en mi lengua materna puede resolver problemas aparentemente intratables.

Entonces, ¿es el multilingüismo algo malo en la ciencia? En absoluto. Es una habilidad especial que aprenderás a dominar a medida que avances, lo que hará que tu viaje sea aún más sorprendente.



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