Cómo aprendo a navegar en el mundo académico como persona con TDAH


En lugar de ser un obstáculo, su diagnóstico de TDAH ayudó a Ana Bastos a sobresalir como científica.Crédito: Antje Gildemeister

Hace unos años me llamó la atención un anuncio: “Conviértete en conductor de autobús”. Me sentí tentado. Estaba en mi segundo programa postdoctoral, haciendo malabarismos con varios proyectos, mis primeras tareas de supervisión y docencia, todo ello además de adaptarme a un nuevo país y gestionar una relación a larga distancia. Estoy agotado. Le dije a mi médico que mi deseo más profundo era dormir y no despertar nunca más. Dijeron que esta no es una buena noticia.

Había estado deprimido antes, así que sabía que necesitaba ayuda profesional. Lo que no sabía era que había una razón más profunda para mi ansiedad constante, mis trastornos del sueño y mis ciclos recurrentes de sentirme abrumado y abrumado. Sólo años después descubrí que se trataba de signos del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Este dato lo cambió todo para mí y me ayudó a verme a mí mismo a través de una lente neurodiversa: no como un extraño, sino como alguien cuya estructura mental difiere de la de muchas otras personas.

¿Pero qué puedo hacer al respecto? La academia es un entorno caracterizado por una alta competencia e incertidumbre, con una presión constante para hacer más y trabajar más rápido; Las interacciones sociales son importantes y abunda la burocracia estricta. Estos aspectos plantean desafíos importantes para cerebros impulsados ​​por impulsos, altamente observadores y, por lo tanto, distraibles como el mío, que a menudo muestran desregulación emocional, control deficiente de los impulsos y baja tolerancia a la frustración.

Durante mi baja por enfermedad, que tomé tras el agotamiento que provocó mi diagnóstico, tuve tiempo para concentrarme profundamente en mis pensamientos. Me di cuenta de que mi TDAH era parte de la razón por la que progresaba en mi carrera, ya que, por ejemplo, alimentaba mi deseo de trabajar en todas las disciplinas. Durante décadas de ir a la escuela y trabajar sin un diagnóstico, desarrollé hábitos y herramientas que fueron muy útiles para lidiar con el mundo neurológico.

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A continuación se detallan algunos aspectos que me han ayudado mucho en mi camino desde la escuela de posgrado hasta la cátedra, pero la lista no es de ninguna manera exhaustiva. Espero que estos consejos ayuden a los científicos que inician su carrera y que, como yo, a veces luchan y todavía luchan.

sigue moviéndote

Me di cuenta de que los períodos en los que mi salud mental era mejor coincidían con momentos en los que hacía mucha actividad física haciendo ejercicio y bailando, por ejemplo, y manteniendo mi mente estimulada con pasatiempos como aprender nuevos idiomas. Me esfuerzo por incluir actividades deportivas en mi agenda semanal y me marco objetivos deportivos para motivarme.

La actividad física me ayuda a dormir mejor y reduce la ansiedad. A veces, voy a la piscina a nadar específicamente para pensar en problemas complejos o desarrollar propuestas de ideas.

Gestionar la energía, en lugar del tiempo

He perdido la cuenta de las horas que he pasado tratando de implementar herramientas estándar de administración del tiempo, solo para ignorar innumerables recordatorios para tomar un descanso mientras depuraba o miraba una pantalla, sentía náuseas y trataba de “comerme la rana”. es decir, haz la tarea más difícil primero.

En lugar de gestionar el tiempo, ahora administro mi motivación estableciendo objetivos diarios y semanales. El lunes, agrego los objetivos de mi agenda para cada día de la semana: no más de una tarea importante por día, además de tareas más pequeñas, y marco las tareas urgentes. Evito agregar tareas que requieran concentración en los días en que sé que seré propenso a distraerme. Cambio tareas no urgentes entre días si no estoy de humor para abordarlas.

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Empiezo el día temprano para poder tener un tiempo libre de distracciones y poder concentrarme más en las tareas que encuentro más motivadoras, como escribir o analizar datos, o tachar tareas urgentes de mi lista. La patada positiva me ayuda a pasar el día.

Utilice motivadores externos

Algunas tareas siguen siendo difíciles sin la motivación adecuada. Para lograr esto, trato de encontrar otras formas de motivarme. Preparo una taza de té, me pongo las gafas para leer y los auriculares y mi cerebro está listo para funcionar. La música mantiene mi mente estimulada y puede inducir ciertos estados de ánimo. Por ejemplo, tengo Lista de reproducción Lo escucho cuando preparo las defensas para una moción y bailo frenéticamente durante unos minutos antes de presentarla.

Asigno recompensas, como ir a nadar o ver una película, por completar ciertas tareas difíciles. Establezco mis propios plazos para todo, generalmente días o semanas antes de los plazos reales, para aumentar la motivación impulsada por la urgencia. Además, el tiempo de reserva da tiempo para que las revisiones finales corrijan errores.

organizar

Mantener un espacio y un flujo de trabajo organizados reduce las distracciones y me ayuda a evitar errores y realizar un seguimiento de las cosas que podría olvidar. Siempre llevo mi agenda semanal y la uso no solo para gestionar tareas, sino también para guardar notas, ideas y planes de viaje en un solo lugar. Escribo todo lo importante y, cuando sé que necesitaré un recordatorio sobre una fecha límite, lo marco en mi agenda y configuro un recordatorio en mi teléfono celular.

Divido proyectos grandes en tareas más pequeñas, que parecen menos abrumadoras, y luego planifico hacia atrás, programando cada tarea según el cronograma que he establecido.

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Pide ayuda y encuentra aliados

La academia puede ser un lugar solitario cuando estás luchando con tu salud mental o adaptándote a nuevas demandas profesionales. La presión para brillar, junto con los estigmas sociales en torno a las enfermedades mentales, pueden dificultar la apertura sobre los desafíos que enfrenta. El apoyo institucional a la salud mental suele faltar o ser inadecuado. Buscar el consejo de un médico es clave para evitar una escalada. Estoy seguro de que no habría podido llegar tan lejos en mi carrera sin ayuda y tratamiento médico.

Igualmente importante fue conocer a colegas y mentores de confianza a quienes podía acudir en busca de consejo o catarsis. Me dieron la fuerza para seguir adelante y me mostraron que, debajo del glamour de las noticias emocionantes y las historias de éxito, había un lado de la academia menos perfecto pero más auténtico y compasivo.

Hazte cargo, un paso a la vez

A medida que avance su carrera, recibirá nuevas responsabilidades y desafíos. Ahora acepto que necesitaré más de un año para adaptarme a nuevos entornos y que durante ese tiempo tal vez tenga que desarrollar nuevos hábitos para adaptarme a nuevos entornos.

No siempre es fácil identificar las fuentes de estrés, y mucho menos identificar cambios en el comportamiento o en las percepciones que podrían ayudar a adaptarse a nuevas situaciones. Intento ser amable conmigo mismo cuando todo me parece abrumador o cuando no logro cumplir con las expectativas. Sé que al abrazar pacientemente este camino, eventualmente recuperaré el equilibrio, pero lentamente.

Ahora me doy cuenta de que una carrera científica puede ser una gran opción para mentes curiosas, creativas, observadoras, persistentes y muy enérgicas. Pero para adaptarse a estas personas es necesario reconocer diversas formas de pensar, trabajar y comunicarse, y promover entornos laborales inclusivos. Todos se beneficiarán de este enfoque, ya sean neurotípicos o neurodivergentes.



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