El debate en la Asamblea General de la ONU la semana pasada vio mucha ira. Algunas estaban dirigidas a las Naciones Unidas, otras a países poderosos, debido a su aparente incapacidad o falta de voluntad para hacer más para abordar las crisis globales. El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, no se anduvo con rodeos al criticar a los líderes mundiales. “Los conflictos están arrasando y multiplicándose, desde Oriente Medio hasta Ucrania y Sudán, sin que se vislumbre un final. La crisis climática está destruyendo vidas, devastando sociedades y devastando economías. Se están desarrollando nuevas tecnologías, incluida la inteligencia artificial, de forma ética y legal. vacío, sin barreras de gobernanza ni de protección.
El mundo está sumido en lo que el sociólogo Pedro Conceição, editor en jefe del Informe anual sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, describe como caos. El “nuevo complejo de incertidumbre” de desigualdad, presiones planetarias y polarización. En 2019, el Índice de Desarrollo Humano, una medida compuesta del bienestar, cayó por primera vez en sus más de tres décadas de historia, aunque ahora se está recuperando. También es poco probable que la ONU logre alguno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La fecha límite anunciada es 2030.
Sin embargo, en medio de la ira y la frustración, una reunión diferente, la Cumbre para el Futuro de las Naciones Unidas, trajo un rayo de esperanza de que es posible un futuro mejor: uno en el que la ciencia y la cooperación estén al frente y al centro. A través de un documento llamado Carta del futuroGuterres dice que quiere “catalizar” la acción climática y los esfuerzos para lograr objetivos de desarrollo sostenible. El texto de 61 páginas fue firmado por los líderes mundiales el 22 de septiembre. Esta puede ser una de las pocas oportunidades que le quedan al mundo para corregir su rumbo.
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La Carta es una lista de 56 compromisos en cinco temas, en los que los líderes mundiales prometen, entre otras cosas, proporcionar más financiación a los países de bajos ingresos; trabajar más duro por la paz y la seguridad; Movilizar la ciencia; Y escuchar más a los jóvenes. El documento también pide una reforma del nivel superior de gestión en las Naciones Unidas, así como cambios en las instituciones financieras globales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Estas organizaciones han cambiado poco desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando se crearon en parte para apoyar a los países devastados por el conflicto.
El documento ya tiene sus críticos. Algunos están decepcionados de que no exista un mecanismo para monitorear si se están cumpliendo las promesas. Otros lo ven como otro ejemplo de cómo los gobiernos se involucran innecesariamente en la vida de las personas. Algunos de estos puntos son válidos, aunque hay una serie de mecanismos concretos para cumplir los compromisos, incluidos aquellos relacionados con mejorar la gobernanza de Internet protegiendo al mismo tiempo su independencia y mejorando la arquitectura financiera global. Éstas son también razones por las que sería un error rechazar el acuerdo. Los beneficios de estos documentos tienen tanto que ver con el proceso de redacción como con su contenido real, y deben juzgarse por lo que ha cambiado con respecto a lo anterior.
Hay varias cosas que vale la pena señalar. La primera es el hecho de que hay una sección entera del informe dedicada a la ciencia. Este no es siempre el caso de los informes de todo el sistema de la oficina más alta de la ONU. Por ejemplo, el progreso científico no es uno de los objetivos de desarrollo sostenible. Algunos afirman que esto no es necesario, porque la ciencia apoya implícitamente el proceso de consecución de los 17 objetivos. Esto es cierto, pero la desaparición de la ciencia en los niveles más altos también significa el peligro de ignorarla. Guterres lo entiende. Ha reconstituido una junta de asesores científicos bajo su cargo, que fue establecida originalmente por su predecesor Ban Ki-moon, pero No duró el primer mandato de Guterres. Además, como naturaleza Como se informó la semana pasada, los investigadores, incluidos los de las Naciones Unidas, están presionando a los gobiernos nacionales para que den un papel mucho mayor a la evidencia en la formulación de políticas (ver naturaleza 633493 ; 2024).
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En segundo lugar, la Carta se elaboró mediante un proceso radical que –al menos para los gobiernos– debe estudiarse para garantizar que pueda replicarse. Desde su carta fundacional en 1945, las Naciones Unidas han evolucionado hasta supervisar cientos de tratados y convenciones, estableciendo reglas para todo, desde la gestión del tráfico rodado hasta la conservación de especies en peligro de extinción. Estos acuerdos suelen tener su propio texto jurídicamente vinculante, una estructura de gobierno y un calendario de conferencias complejo. Tener demasiados acuerdos individuales dificulta abordar cuestiones transversales. La mayoría de los países no cuentan con un mecanismo formal para que los diferentes departamentos gubernamentales trabajen juntos para lograr los ODS.
Lo nuevo de la creación de la Carta para el Futuro fue que representantes de diferentes países y de distintos ODS tuvieron que colaborar para elaborarla. Los objetivos de desarrollo sostenible, como erradicar la pobreza o proporcionar educación para todos, deben alcanzarse individualmente, pero también se cruzan: reducir la pobreza tiene un impacto en la educación, y mejorar la educación mejora la reducción de la pobreza. Al crear el Pacto, el equipo de Guterres rompió estos silos, algo que los investigadores han defendido durante mucho tiempo y que, de hecho, es el objetivo número 17: trabajar en asociación. Los investigadores deberían ayudar a los estados miembros de la ONU a aprender de este proceso.
En tercer lugar, y como corresponde al nombre del documento, la Carta es un llamado a los países a invertir más en sus jóvenes y a incluirlos en la toma de decisiones ahora. Son las generaciones futuras las que “vivirán con las consecuencias de nuestras acciones e inacción”, dice el documento.
En última instancia, el tratado vivirá o morirá en función de las acciones de sus estados firmantes. Si deciden cooperar, podrán alcanzar sus objetivos mucho más rápido. Si construyen muros entre ellos, hay un límite a lo que pueden lograr. Guterres y su equipo han demostrado lo que se puede lograr dando prioridad a la evidencia y utilizando un enfoque de asociación. Ahora nos corresponde a todos los que nos preocupamos por la sostenibilidad, la paz y la seguridad caminar con el palo que nos han entregado.