Investigaciones recientes arrojan nueva luz sobre cómo las precipitaciones afectan la capacidad de los océanos para absorber dióxido de carbono (CO₂) de la atmósfera, un factor que los científicos a menudo ignoran al evaluar qué tan bien actúan nuestros océanos como “sumideros de carbono”. Este último estudio concluye que Lluvia Podría aumentar la absorción de dióxido de carbono de los océanos entre un 5 y un 7 por ciento, lo que significa que los océanos absorben entre 140 y 190 millones de toneladas métricas adicionales de dióxido de carbono cada año. La investigación, dirigida por David Ho, un Mundo oceánico de la Universidad de Hawaii en Manoa, y se basa en el trabajo que comenzó hace casi 30 años. En aquellos primeros días, instaló dos piscinas infantiles para estudiar cómo la lluvia afecta la transferencia de dióxido de carbono entre el aire y el agua. Su último trabajo proporciona ahora la primera estimación global del efecto de las precipitaciones sobre los niveles de dióxido de carbono en la superficie del océano.
Tradicionalmente, los científicos se han centrado en medir el dióxido de carbono en muestras de las profundidades del océano, recogidas entre 5 y 7 metros bajo la superficie. Estas mediciones ignoran el efecto directo de la lluvia sobre la capa superficial, donde el intercambio de gases con la atmósfera se produce de forma más intensa.
Cómo la lluvia mejora la absorción de carbono por parte del océano
el el estudia Identifica tres formas principales en que las precipitaciones aumentan la absorción de dióxido de carbono por los océanos: turbulencia, dilución y deposición húmeda. En primer lugar, las gotas de lluvia que golpean la superficie del océano crean turbulencias, lo que aumenta la interacción entre el agua de mar y la atmósfera. En segundo lugar, el agua de lluvia diluye el agua salada del océano, lo que cambia el gradiente de concentración de dióxido de carbono y ayuda a que más dióxido de carbono llegue al océano. Finalmente, la lluvia puede transportar dióxido de carbono de la atmósfera a medida que cae, un proceso llamado deposición húmeda, que deposita dióxido de carbono directamente en el océano.
Letitia Park, que dirigió esta investigación como parte de sus estudios de doctorado en la Sorbona, destaca la importancia de comprender este efecto. Medir cómo las precipitaciones afectan la absorción de carbono en los océanos podría mejorar la precisión de los modelos que rastrean los intercambios de carbono entre el océano y la atmósfera.
Implicaciones para los modelos climáticos
El equipo desarrolló un modelo para monitorear cómo las precipitaciones afectan la salinidad del océano en la superficie. Descubrieron que la turbulencia y la dilución desempeñan papeles importantes en los trópicos, donde el agua más cálida absorbe más dióxido de carbono. Al mismo tiempo, la deposición húmeda es especialmente importante en zonas con fuertes lluvias, como las zonas de tormentas y el Océano Austral.
Tatiana Elina, científica terrestre de la Universidad de Hamburgo, señala que este estudio supone una valiosa contribución a la comprensión del ciclo global del carbono. Como se espera que el cambio climático altere los patrones globales de precipitación, el impacto de la lluvia en la absorción de carbono en los océanos también puede cambiar, con importantes implicaciones para los modelos y predicciones climáticos.