Marquand se apresuró a explicar que trabajar con Kenny Baker fue una experiencia maravillosa, y cuando tuvo un actor humano moviendo los títeres en las plataformas R2 y el cabezal giratorio, todo salió bien. Cuando los realizadores utilizaron una versión del R2 con control remoto, Marquand empezó a encontrar dificultades. Tampoco le gustó que la voz de R2 no fuera doblada hasta el proceso de postproducción. En el set, los actores simplemente tuvieron que hacer una pausa y luego actuar como si hubieran escuchado hablar a R2. Esto no hizo que el proceso de filmación fuera muy orgánico. Marquand dijo:
“R2-D2 fue lo peor. Duele. Cuando es un hombre, es genial”. […] Ahí estás, confiando en lo que vas a hacer en postproducción. La postproducción de R2-D2 es muy importante, porque Ben Burtt agrega todas esas pistas y sonidos. Entonces sabes que vas a hacer algún tipo de comedia, pero no estás muy seguro de cómo será”.
Sin embargo, Marquand fue muy gracioso y habló de R2-D2 como si fuera un actor de primer nivel. De hecho, parece que los dispositivos mecánicos que accionaban el títere R2 no siempre funcionaban, lo que le dio al director la simulación de un actor enojado que se niega a hacer su trabajo. Él dijo:
“Cuando R2-D2 está trabajando en su biónica, es un monstruo. Es el actor más grosero y de mal comportamiento con el que hayas trabajado en toda tu vida. Se daba vuelta y salía por la puerta. Lo amo pero al final es muy bueno”.
Baker, que murió en 2016, interpretó a R2-D2 en siete películas de “Star Wars”, así como en “The Muppet Show” y en la atracción “Star Tours” de Disneyland. Se agradeció su toque humano.