Frenchie (Tomer Capone) ha estado en un viaje constante para superar el pasado desde la primera temporada. Cada revelación de los crímenes que cometió (voluntariamente o por accidente) lo dejó con una culpa constante. Su relación con Kimiko (Karen Fukuhara), que tiene un pasado igualmente doloroso y violento, le proporcionó algo de consuelo, apareciendo como un ancla emocional poco convencional durante la tercera temporada. Sin embargo, este fugaz sentido de pertenencia no es suficiente para sostenerlo ahora, ya que se encuentra enredado con el carismático Colin (Elliott Knight), cuyos padres fueron asesinados por la mafia rusa cuando él era más joven. El asesino no es otro que Frenchie, quien supuestamente cumplió las órdenes de Nina sin considerar las repercusiones de sus acciones.
Aunque Kimiko apoya increíblemente la dinámica romántica de Frenchie y Colin, no es consciente de la verdad que carcome el alma de Frenchie y queda devastada cuando él la descarta por completo. Frenchie recurre a las drogas, alucina el inevitable enfrentamiento con Colin y se considera un monstruo por ser el responsable directo de su dolor. Incapaz de manejar la presión de estas emociones crecientes, Frenchie confiesa la verdad, dejando a Colin conmocionado y devastado.
Por otro lado, Kimiko lucha con lo que solía ser como parte de Bright Light Cell, mientras se encuentra con una mujer que previamente la obligó a ir al campo de batalla para reclutarla. La mera visión de niños enjaulados le repugna y desea desesperadamente enmendar su papel en las brutalidades que moldearon a todos en la organización. En su caso, hay un sincero deseo de redención que sólo puede concederse a aquellos a quienes ha perjudicado a lo largo de los años.