La elección de director más fuerte de Nosferatu es casi invisible



Como sabemos que Eggers puede dirigir acción dramática convencional, la falta de acción en “Nosferatu” es una elección creativa obvia. Uno de los mejores ejemplos de la negativa de Eggers a trabajar aparece al principio de la película, cuando Thomas Hutter intenta escapar del castillo del Conde Orlok. Otros directores podrían haber rodado esta escena de forma rápida e intensa, quizás alternando entre primeros planos y una cámara rápida y móvil. Esto ciertamente habría hecho que la escena fuera emocionante y habría puesto al público en el lugar de Thomas. En cambio, Eggers filma a este hombre desesperado y sus acciones desesperadas desde la distancia, filmándolo en planos amplios mientras su ominoso encarcelamiento lo domina. Cuando se mueve rápidamente, la cámara tiende a moverse lentamente con él, capturando el ritmo del movimiento pero haciéndolo sentir impotente y lamentable. No estamos en el lugar de Thomas. No sentimos su adrenalina. Somos un observador imparcial, que observa desde lejos y que está total y absolutamente indefenso ante algo que hace que cada acción humana determinada parezca completamente inútil.

Cada acción humana en “Nosferatu” se siente… pequeña. Sólo el poderoso Orlok puede dominar el encuadre, y la película sólo utiliza cortes rápidos u otras herramientas típicas del cine de acción cuando emerge de las sombras para aprovecharse de una víctima. El vampiro está representado en el lenguaje visual asociado con el poder, mientras que cada personaje humano bien podría ser una hormiga arrastrándose por el suelo. Los vemos deambular, viéndose tan débiles y tan solos.

Planos amplios, planos estáticos y movimientos de cámara elegantes pero gélidos continúan a lo largo de toda la película. Debería ser emocionante cuando los Hombres en una Misión se reúnan para el viaje final a la guarida de Orlok, pero Eggers no permitirá que eso suceda. Después de todo, su búsqueda es una búsqueda inútil, y la derrota del vampiro llega en otra parte, a través de un personaje que se da cuenta de que la única forma de derrotarlo es rendirse por completo. Entregarse a la inacción.

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Muchas películas de terror tratan sobre la derrota y lo débiles que somos ante las cosas que quieren hacernos daño. Pero “Nosferatu” es la rara película que nos hace sentirlo en los huesos.

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