En 2013, un equipo dirigido por Ning Zeng, un científico climático de la Universidad de Maryland, hizo un descubrimiento notable mientras realizaba un experimento en Quebec. Canadá. Los investigadores estaban cavando una zanja para probar si enterrar madera bajo suelo arcilloso podría prevenir su descomposición y mantener el carbono fuera de la atmósfera. Durante este proceso, descubrieron inesperadamente un tronco de cedro rojo oriental de 3.775 años enterrado a sólo dos metros bajo tierra. Este antiguo registro, que todavía contiene un 95 por ciento de carbono, demostró la eficacia potencial de la arcilla como medio de conservación del carbono.
Una solución natural al almacenamiento de carbono.
Durante años, los científicos y Ambiental Los expertos están explorando nuevas formas de eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera. Atmósfera. El equipo de Ning Zeng inicialmente pretendía probar si entierro de madera Podría ser un enfoque natural y de bajo costo para el almacenamiento de carbono a largo plazo. Mientras investigaban la capacidad del suelo arcilloso para prevenir la descomposición, su descubrimiento indicó que ya existía una solución prometedora en la naturaleza. Al cubrir la madera con capas de arcilla, se evita que llegue oxígeno y microbios, lo que ayuda a mantener su contenido de carbono.
De acuerdo a Para Daniel Sánchez, científico ambiental de la Universidad de California en Berkeley, este enfoque asequible tiene un gran potencial. Señala que a medida que continúan las emisiones globales, soluciones económicas como estas son cruciales. Enterrar madera puede reducir las emisiones entre 30 y 100 dólares por tonelada de dióxido de carbono, mucho menos que otros métodos de captura de carbono.
Capacidades asequibles y prácticas
Los investigadores estiman que replicar estas condiciones podría permitir almacenar hasta 10 mil millones de toneladas de carbono anualmente para 2060. Esto probablemente ayudaría a reducir los gases de efecto invernadero. El diseño de la bóveda de troncos propuesto por Zeng implicó enterrar la madera bajo arcilla, formando una barrera protectora. Aunque la durabilidad a largo plazo de estas condiciones aún está bajo revisión, el equipo de Zeng concluyó su estudio original y los resultados sugieren aplicaciones prácticas para los esfuerzos de mitigación del cambio climático.