“El marido estaba planeando arrojar a su esposa desde lo alto de la torre”, explicó Hitchcock. “¿Pero cómo sabe que James Stewart no podrá subir esas escaleras? ¿Porque está mareado? ¿¡Cómo puede estar seguro de eso!?”
Tiene razón. Parece poco realista que un conspirador como Elster dependa tanto de la suposición de que el vértigo de Scotty le impediría descubrir el ardid. Si vas a matar a tu cónyuge, probablemente haya formas más seguras de hacerlo que contratar a un doble para seducir a un detective que sufre de trastorno de estrés postraumático. La película trata el plan como una obra de genio, logrando su objetivo de hacer creer a Scottie que fue testigo del suicidio de Madeleine, no de un asesinato, y logra colocar las sospechas de la ley firmemente sobre Scottie por su incompetencia, en lugar de sobre Elster. Por supuesto, Scotty no va a la cárcel ni nada por lo que sucedió, pero el hecho de que lo interroguen después pretende resaltar cuán astuta es Elster.
Pero aunque Hitchcock y sus críticos tienen razón en que este esquema no resiste el escrutinio, la mayoría de los críticos contemporáneos coinciden en que en realidad no importa. Las preguntas temáticas que surgen de la revelación de que Scotty se ha enamorado de una farsante, lo que lleva a pasar el resto de la película tratando obsesivamente de convertir a Judy en una mujer que técnicamente nunca existió, son tan interesantes que la logística apenas es relevante. “Vértigo” es una historia aterradora sobre los costosos intentos de un hombre de convertir en realidad su idea de la mujer perfecta, con consecuencias desastrosas para casi todos los involucrados. Para quienes sienten que “Vértigo” es la mejor película de todos los tiemposAlgunas lagunas en el realismo están fuera de lugar.