Hablar de que el público pierde la calma durante las proyecciones no es nada nuevo cuando se trata de marketing de películas de terror. Parte de la razón por la que “Terrifier 2” de Damien Leone fue un éxito de taquilla en 2022 se debió a los informes de audiencias que se desmayaban, vomitaban e incluso abandonaban las proyecciones en ambulancias. La óptica, como les gusta decir, era perfecta. “Terrifier 2” fue vista como demasiado brutal incluso para los fanáticos del terror más experimentados, y como tal presenta un desafío para esos mismos fanáticos. Pero repito, esta no es la primera vez que sucede este tipo de cosas.
La idea de que estas películas causan daño físico ha sido considerada un verdadero punto culminante para los productores de películas de terror a lo largo de la historia del cine. En la década de 1950, el director William Castle ofreció a los espectadores una póliza de seguro de vida de 1.000 dólares contra la “muerte por susto” para su película “Macabre” de 1958. Esto no es lo mismo que usar el vómito como motivo para ver una película, pero al fin y al cabo es el mismo principio.
En el caso de “Longlegs” se ve lo mismo pero en una versión más sobria y con más gusto. Es más, los informes de que la película provoca algunas reacciones físicas tortuosas parecen mucho más orgánicos. Las afirmaciones de que la atmósfera de “Longlegs” es suficiente para crear una sensación palpable de horror están más extendidas y provienen de fuentes acreditadas como este excelente sitio. Como tal, empiezas a creer en el horror único que te promete esta película.