YUno de los capítulos de la historia de los Mundiales del que todavía se habla es el ocurrido el 8 de julio de 2014, cuando estábamos en las semifinales del Mundial de Brasil. Alemania venció a los anfitriones por 7-1.
En el estadio de Belo Horizonte, las camisetas amarillas dominaban y Brasil se preparaba para esforzarse por volver a la final del Mundial, a la que no llegaba desde 2002. La afición hizo su juego y Brasil partía como seis veces favorito para ganar el título. campeonato.
Pero frente a ellos estaba Alemania, una selección cuya misión con los brasileños no se había cumplido desde la final del Mundial de Corea y Japón 2002, pero que con el cambio generacional empezó poco a poco a conseguir resultados.
Minerazo, la herida que no cicatriza
El partido comenzó con control brasileño en los primeros minutos, pero con poca fuerza por parte de los locales, que no contaron con Neymar, que sufrió una lesión en la columna en el partido anterior, que le mantuvo fuera del resto de partidos del Mundial. . .
Poco a poco Alemania tomó el control y en el minuto diez comenzó la pesadilla de Canarina, ya que el marcador estaba 5-0 al descanso, hecho que inmediatamente dominó las redes sociales.
En aquella ocasión, el partido de Belo Horizonte fue el tema principal en Twitter, que superó la “audiencia” del Super Bowl.
Si el primer tiempo fue de horror para Brasil, el segundo pasó por todas las etapas de tristeza, con negación, enojo, negociación, decepción y aceptación. Ni siquiera el gol de Farid fue suficiente para evitar lágrimas en el campo y en la grada.
Llegó el minuto 90 y el árbitro mexicano Marco Antonio Rodríguez decidió el final del partido, y Alemania llegó a la final con una aplastante victoria por 7-1, resultado que los alemanes celebraron en total secretismo, en medio de un ambiente fúnebre que se vivió durante todo el partido. . su mamá.
Una década después, la herida aún no ha cicatrizado y Brasil sigue emergiendo de la profunda crisis que generó la mayor humillación jamás vivida por el legado de Scratch do Ouro.
Alemania representó a Argentina en la final, que se decidió con el gol de Mario Götze en el segundo tiempo suplementario.